Hoy, Señor, dejo que subas a mi montaña más alta,
más portentosa, pero a la vez rocosa y reseca.
Estás ahí atravesando piedras y obstáculos,
conquistando caminos y senderos...
y llegás a la cima y gritás
"Aquí está tu Dios".
Y yo quiero amarte cada día más,
quiero dejarme conquistar por Vos,
quiero dejar alcanzar y dominar por Vos cada parte de mi ser,
y ahora yo también gritar
"Aquí está mi Dios"
No hay comentarios:
Publicar un comentario